viernes, 10 de septiembre de 2010

EL ABORTO DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA

El aborto, la moral, la religión y la ley


LO SIGUIENTE ES UNA PEQUELLA REFLEXION, COMPARICION, Y DIFERENTES PUNTOS DE VISTAS QUE EXPONEN, DIFERENES AMBITOS: es una forma de expresar lo que esta sucediendo en todo el mundo, noes solo con el mundo, si no tambien es con usted, quien puede hacer la diferencia!solo lea y saque sus concluciones, es una investigacion muy pro funda solo para que usted se conciente de la problematica del ABORTO !lea y recapacite, despierte este es el mundo real!:

Afirma uno de los directivos de la Universidad de Pamplona que lo ocurrido allí “es un problema de moral en una ciudad profundamente religiosa”, frase que denota la presunción de que solamente la moral basada en las creencias religiosas debe modelar el comportamiento de las personas. No, también los incrédulos, los agnósticos, los ateos tienen su moral.



Veíamos antes cómo y por qué el aborto es más un problema de salud pública que de moral. La Organización Panamericana de la Salud y una nube de investigadores que publican sus resultados en revistas científicas de la mayor seriedad en todo el mundo, lo confirman a diario. Tampoco es un problema de una universidad ni de una ciudad ni de un país ni de los católicos, protestantes, musulmanes, budistas o de cualquier otra tendencia religiosa; es un fenómeno universal, con ingredientes biológicos, epidemiológicos y de morbi-.mortalidad hoy bien conocidos, sobre cuya prevención y manejo, el mundo entero ha ido estableciendo unas normas jurídicas y sanitarias, compartidas en su mayoría por casi todos los países. Como todas las acciones del ser humano, el fenómeno del aborto tiene también componentes éticos, socioculturales, filosóficos y políticos, cuya esencia es motivo permanente de estudio y discusión por los expertos en estas disciplinas. Sus posiciones sobre el tema, por otra parte, expresadas en un número grande de publicaciones, distan mucho de llegar a un acuerdo y son frecuentemente antagónicas, sobre todo cuando las creencias religiosas entran en juego.



Para responder la pregunta de si el aborto es moralmente aceptable, tenemos necesariamente que responder previamente a la pregunta de si el feto es o no persona y si sus derechos pueden llegar a rebasar los derechos de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo y sobre su vida como persona. Las definiciones que uno puede encontrar sobre el significado de la palabra “persona” son tan variables como sus autores. Para Gilbert Melaender, “una persona es simplemente un cuerpo capaz de accionar consciente e intencionalmente”; para H Tristan Engelhardt, personas son aquellos que pueden llegar a “preocuparse acerca de los argumentos morales….y ser convencidos por ellos. Deben ser concientes, racionales, libres para escoger, y preocupados por la moralidad”. Si fuéramos a aplicar estos criterios, para definir la “persona”, muchos seres humanos no calificarían. La segunda pregunta sobre los derechos del feto y de la madre, es más sencilla de responder: no es razonable que los derechos de un ser en formación cuyo futuro es, al menos incierto, lleguen a ser más importantes que los de la madre que ya es una realidad en pleno desempeño de sus capacidades. Pero hay quienes declaran lo contrario.



El código penal colombiano califica el aborto como un homicidio. Ninguno de la casi totalidad de los países que han establecido normas legales sobre el asunto, adopta una posición similar. Una cantidad importante de pensadores y escritores de todas las latitudes y todas las disciplinas, se manifiesta contra esta posición expresada por la iglesia católica. Entre los comentarios críticos que se han hecho en los medios sobre lo sucedido en Pamplona, Héctor Abad Faciolince en su columna de la revista Semana7 , califica la posición colombiana como “triste rezago del oscurantismo”.



Homicidio es palabra que se aplica a la muerte causada por una persona que goza de autonomía a otra de iguales condiciones. Si el embrión y el feto, que no tienen autonomía fuera del vientre materno, son o no son personas, sigue siendo, al menos, motivo de una enorme controversia en todos los ámbitos científicos y sociales, controversia que no ha sido ni será resuelta en esta ni en las generaciones venideras. Para la Iglesia de hoy no existen dudas cuando afirma que el embrión y el feto son personas dotadas de cuerpo y alma, aunque se discute entre sus miembros cuándo, en qué momento exactamente, se junta el alma al cuerpo. Para la iglesia de ayer, sin embargo, las cosas no se veían tan simples. En publicaciones recientes8 se ha citado repetidamente la posición de Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo de la Iglesia Católica quien, a diferencia de los jerarcas de hoy, dice: “en el mundo de los seres dotados de vida hay una gradación progresiva en los tipos de alma que se poseen: el alma vegetativa, como la puede tener cualquier planta, el alma sensitiva, como la puede tener un animal cualquiera, y el alma racional que sólo la adquieren los seres humanos cuando su cuerpo está formado plenamente y puede vivir por su cuenta”.



Descartar, entonces, un embrión o utilizarlo para obtener células madre para investigación, no es pues, según Santo Tomás, un homicidio. Tampoco lo sería si se trata de un feto si aceptamos que sólo adquiere un alma racional cuando su cuerpo está formado plenamente. No hay, pues, unidad de criterio en la Iglesia, pero nuevamente los que crean que el embrión y el feto pueden, con el calificativo de “personas”, tienen derecho a que se les respete y proteja su manera de pensar, mismos derechos que naturalmente tienen quienes no lo creen así y descartan por lo tanto la interpretación de homicidio aplicada a la interrupción del embarazo. Es interesante conocer el concepto de “autonomía” que trae el texto de “Introducción a la Bioética” editado en la Universidad de Georgetown en Washington, como “el derecho del individuo competente para tomar decisiones inteligentes e informadas acerca de su salud y bienestar” 9 , concepto que se ha mantenido en el tope de los valores que eticistas y proveedores de cuidados de salud utilizan para responder cuestiones serias de bioética.



La Ley, los Derechos de los ciudadanos y la Moral no son equivalentes ni van siempre de la mano. Legislar con base única en las creencias de uno de los grupos que conforman la comunidad es desconocer los derechos de los otros grupos que no participan de esas creencias, que tienen creencias distintas, que interpretan sus creencias en forma diferente, que no tienen creencias, son agnósticos ó ateos, cuyos derechos tienen que tener igual presencia ante la ley. La moralidad de las acciones, por otra parte, no siempre es interpretada con base en lo bueno o lo malo, lo lícito o lo ilícito, la conveniencia o la inconveniencia, aplicados al bien general, frecuentemente; por el contrario, se aplican al bien particular de unos cuantos que los juzgan compatibles con sus preceptos religiosos. No puede ser, entonces, moral imponer una norma legal con base en las creencias religiosas de unos cuantos, desconociendo la existencia de una sociedad pluralista10 . La norma del código penal que penaliza el aborto en Colombia no es, ni puede serlo, una norma moral porque desconoce derechos fundamentales de los ciudadanos, porque los atropella, porque viola el derecho a la libertad, el derecho a la intimidad, el derecho de la comunidad a que sus problemas de salud pública sean solucionados como tales, como problemas de salud, para lo cual no es necesario consultar los códigos morales y las creencias de todos los grupos religiosos establecidos o con proyecto de establecerse en el país.



Ya lo dijimos pero es bueno repetirlo, es una ley inmoral porque ejerce una acción coercitiva sobre los centros hospitalarios y los profesionales de la salud, cuya obligación es precisamente proteger la integridad física y la salud de las pacientes, sin mirar cuáles son sus apetencias religiosas o políticas o su pertenencia racial. Es inmoral porque condena a nuestras mujeres a buscar centros clandestinos para lograr un aborto, poniendo en riesgo su integridad física y su propia vida. Algunas, inclusive, con graves destrozos de sus órganos genitales externos e internos, con infecciones severas que amenazan sus vidas, ni siquiera se atreven hoy a llegar a los hospitales para tratar de recuperar su salud perdida y de conservar su vida amenazada, por temor a encontrarse con los “guardianes de la moral” que alguien está colocando en los hospitales., dispuestos, si sobreviven, a encarcelarlas, como dicen que sucedió en Pamplona. ¿No es este acaso un género de terrorismo?



Espero que ninguno de mis posibles lectores vaya a entender mi posición como una recomendación para que las mujeres aborten. Nada estaría más lejos de la realidad. El aborto, como enfermedad social que es, es inconveniente, es malo para la paciente y la comunidad, como lo es usualmente la desnutrición, otra enfermedad de origen social. A nadie se le ocurriría ofrecer a los niños desnutridos un tratamiento a base de insultos, de atropellos, de desconocimiento violento de su derecho a comer. Por el contrario, se previene la desnutrición dándole a la gente oportunidad de comer. Igualmente, se previene el aborto abriendo unas oportunidades amplias para que hombres y mujeres reciban el alimento básico de una buena educación, incluyendo educación sexual. Se previene el aborto utilizando correctamente las medidas anticonceptivas, cuyo uso no es inmoral ni puede serlo. Es, por el contrario, una manifestación de responsabilidad para con la familia y la sociedad.

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